Tales of Mystery and Imagination

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Juan Ramón Jiménez: Soñé un sueño

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Soñé que estaba muerto y que, muerto, soñaba que resucitaba, y que no podía. Y soñé que ese sueño había de ser eterno.

Juan Ramón Jiménez: Como en un sueño


Juan Ramón Jiménez


Narciso iba paseando por el campo cuando, de pronto, vio que algo lo miraba.
Era un ojo de la naturaleza, un ojo del suelo, ojo de agua serena y sonriente; y miró al ojo con sus ojos y, de pronto, también se miró dentro de él. Y vio que él era de la naturaleza madre, como es un hijo.
Entonces se echó en el seno maternal, como un hijo que era, y se hundió para siempre, en la madre de la que había salido, como en un sueño universal.

Juan Ramón Jiménez: La niña



La niña llegó en el barco de carga. Tenía la naricilla gorda, hinchada, y los ojos de otro color que los suyos. En el pecho le habían puesto una tarjeta que decía: “Sabe hablar algunas palabras en español. Quizá alguien español la quiera”.
La quiso un español y se la llevó a su casa. Tenía mujer y seis hijos, tres nenas y tres niños.
—¿Y qué sabes decir en español, vamos a ver?
La niña miraba al suelo.
—¿Ser nice? —Y todos se reían—. Me custa el soco-late. —Y todos se burlaban.
La niña cayó enferma. “No tiene nada”, decía el médico. Pero se estaba muriendo. Una madrugada, cuando todos estaban dormidos y algunos roncando, la niña se sintió morir. Y dijo:
—Me muero. ¿Está bien dicho?
Pero nadie la oyó decir eso. Ni ninguna cosa más. Porque al amanecer la encontraron muda, muerta en español.

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