Estábamos todos allí. Lana, como una muñeca rubia colgada de sus cuerdas, con una incongruente faldita roja y el hilo de saliva brillando en su cara pálida; Lon, sus ojos inmensos y oscuros en un rostro casi inexistente; Sadie, moviendo vertiginosamente sus alas, lo que la hacía oscilar a unos centímetros del suelo, mientras masticaba en un gesto de robótica eficiencia esa sustancia verde que tanto le gusta; Tras, encogiendo hasta casi la desaparición su frágil cuerpecillo, su deseo clavado en el cielo, y yo, número cinco, el cierre de la estrella, temblando como un carámbano de luz, focalizando el anhelo. Todos allí, esperando.
Habíamos
esperado mucho tiempo. No había ninguna razón para estar ahora más nerviosos
que otras veces, pero la tensión se había hecho diferente y sentíamos que lo
que ahora esperábamos se estaba acercando. Podríamos haber desaparecido, por
supuesto, sobre todo yo, pero éramos la estrella de contacto y no queríamos perdernos
en la espera como habían hecho otros antes que nosotros.
Aún no
estábamos seguros de qué íbamos a ofrecerles; hacía tanto tiempo que habíamos
perdido el contacto que no sabíamos ya de su deseo ni de su espera. «Somos
sabios y hermosos», había dicho Sadie, pero yo entre todos ellos conocía el
concepto de la realidad única y sabía que podía ser doloroso para ellos.
-Lento
-murmuró Lana, la más verbal después de mí.
-Sí
-contesté. Sabía que le gustaba expresar en palabras lo que lodos sabíamos en
cualquier caso.
Sentí el
deseo de Lon y comencé a focalizar una imagen para sus ojos y los nuestros: la
negrura infinita de lo que está fuera y un artefacto de realidad única,
objetivamente blanco, deslizándose suavemente hacia nuestra espera. Lento.
Lleno de realidades múltiples sin focalización.
-Lento
-volví a decir para ayudar a Lana.
Nos
disolvimos. El paisaje comenzó a volverse azul y anaranjado, melancólico en
cierta forma, como es Tras. Suave. Antiguo,
Nos
deslizamos en su percepción y empezaron a surgir las torres plateadas y una
música de cristal y campanillas. Sadie bailaba y yo notaba por encima de todos
ellos neutralizando la espera. Nos dirigimos a una torre blanca que se alzaba
a varios metros del suelo subjetivo general y penetramos en ella, yo a través
del tejado, los otros por las puertas y ventanas, por las paredes. Lana
dijo:
-Calor -y
todos nos reímos, aliviando la espera. La sala nos dio calor, y Lon hizo caer
una ligera lluvia burbujeante que se quedaba colgada de los cuerpos y se iba
transformando según los deseos de la estrella. Surgían flores, clavos, luces,
sustancias pegajosas y saladas sobre el cuerpo de Lana que Tras recogía
delicadamente con una inmensa lengua azul, globos traslúcidos que contenían imágenes
de realidades muertas y que Lon me enviaba flotando sobre las alas de Sadie,
mientras giraba enloquecidamente cambiando de forma y de color.
-Estrella
pregunta -cantó Lana-. Canaliza, Vai. -Estrella no verbal, Lana. Canaliza,
Tras.
Tras
recogió la lengua y la convirtió a medio camino en una estela de colores. Creó
una pirámide de perfumes y los mandó transformados en minúsculas bolitas de
colores a través de una ventana;
Espera.
Lentitud. Necesidad del tiempo. No liemos olvidado. Esperantos. Esperamos.
Nos
envolvió un torrente de especulación procedente de otra estrella y nos dejamos
llevar por el discurso.
Quieren.
Qué. No tenemos. No podemos. Para ellos. No es aceptable. No somos aceptables.
Para ellos. Risas.
Risas y cambios y cambios y transformaciones. La falda de Lana
hinchándose hasta llenar nuestro espacio de hilos de suavidad entretejida. Construir
una realidad única. Cuando lleguen. Más risas. Cuál. No podemos. Sí
podemos. Tedio. Tedio, Tedio. Realidad única.. Absurdo y monstruosidad. Hasta
cuándo. Curiosidad. Por qué no. Intentar. Esfuerzo común. Risas. Risas. Un
juego. Para qué. Para ellos. Demasiado esfuerzo. Tedioso. No comprenden.