A
la memoria de Paul Naschy
Hay un
lobo en mi entraña
que pugna por
nacer
Mi corazón de
oveja, lerda criatura
se desangra
por él
Manuel Silva Acevedo, Lobos y ovejas
En la agreste
infancia de la meseta burgalesa pedía a mis buenas niñeras del páramo que me
contaran una historia de lobos, y con estas historias me dormía.
Félix Rodríguez de la Fuente
“¿Comprendes
por qué tenía que ser él? –excitado, el director al productor–. Sus
transformaciones son tan convincentes… Y, además, ese físico excepcional. Es
único.”
El sudor se
condensa en su pelambrera. Aunque ha aprendido a dominar sus instintos, la
escena le ha abierto el apetito. Evita la silla con su nombre; se aovilla en el
suelo mientras roe una croqueta. Paul recuerda su pasado de atleta: Viena,
1961. Allí coincidió con Nagy, como si una fuerza invisible los hubiese reunido.
Apenas se vieron, se reconocieron. Se aproximaron despacio, con cautela,
olisqueándose. No hubo rivalidad sino indulgencia, ninguno deseaba marcar su
territorio.
–Lo intuí al
verte ganar la medalla el año pasado. ¿Y desde cuándo…?
–¿Soy así?
Desde que tengo uso de razón. Supongo que no es tan raro; en mi país abundan los relatos sobre… nosotros. Durante
la Edad Media nos cazaban sin piedad.
–Dicen que un
mordisco es el comienzo, pero yo tampoco recuerdo ningún hecho insólito. No soy
mala persona. Entonces, ¿por qué? –parece atormentado.
–“Incluso un hombre puro de corazón / que dice sus rezos por la noche / puede
convertirse en lobo cuando el acónito florece / y la luna de otoño brilla” –recita–. Olvida los prejuicios ajenos;
sólo te harán daño. El lobo es bestia noble. No pidas disculpas.
Aquel
orgulloso húngaro, más experimentado, se convirtió en mi mentor. Mitigó mis
inquietudes. De él tomé el nombre artístico por el que me conocen los hombres.
Era joven: necesitaba
respuestas. Creía en una justicia suprema o, al menos, en una razón que todo lo
explica. Con el tiempo he aprendido a convivir en armonía con mi naturaleza. Ahora
me sé afortunado: yo aún no he olvidado quien soy. A veces corro por el bosque
mientras amanece, con el frescor sobre la piel… Y un día, cuando la parte que
más lastra ya no respire, sólo el corazón del lobo latirá. Entonces aullaré
para siempre a la luna. Y quizá otro aullido responda. Porque “incluso un hombre puro de corazón”... Y aunque es destino de mi raza el vagar
solitario, los lobos somos aún espíritus solidarios.
In memory of Paul Naschy
There's a wolf in my depths
that struggles to be born
My sheep heart, dim-witted creature
bleeds for him
Manuel Silva Acevedo, Wolves and Sheep
My sheep heart, dim-witted creature
bleeds for him
Manuel Silva Acevedo, Wolves and Sheep
In my wild childhood, spent in the Burgos
plateau, I asked
my kind moorland nannies
to tell me a story about wolves, and I went
to sleep with those
stories.
Félix Rodríguez de la Fuente
"Do you understand now why
it had to be him?” says excitedly
the director to the producer.
“His transformations are so compelling... And there is also his exceptional physique. He is unique.”
The sweat condenses on his mop. Although
he has learned to control his
instincts, the scene has stimulated his appetite. He avoids the chair with his name; he curls up on the floor while nibbles at a kibble. Paul recalls his past as athlete: Vienna, 1961. Here he met Nagy, as if an
invisible force had brought them together. Just they saw, they reciprocally recognised one
another. They approached each other slowly, cautiously, sniffing at the opponent. There was no rivalry but indulgence, none of them wanted to mark their territory.
“I sensed when I saw you while winning
the medal last year. Since when...?”
“Am I like this? As far back as I
can remember. I guess it's not so strange,
in my country there are many stories
about... us. During the Middle
Ages we were hunted mercilessly.”
“They say a bite is the beginning, but I do not remember any unusual
fact. I'm not a bad person.
So why?” he looks tormented.
“Even a man who is pure in heart / and says his
prayers at night / may become a wolf when the wolf-bane blooms / and the autumn
moon is bright,” he recites. “Forget the prejudices of anyone else, they will only hurt you.
The wolf is a noble beast. Do not apologize.”
That proud Hungarian, more experienced than
me, became my mentor. He alleviated
my worries. I chose the stage
name by which men know me because of him.
I was young: I needed answers.
I believed in a supreme justice, or at least a
reason that explained everything. Over time, I
have learnt to live in harmony
with my nature. Now I know I'm blessed: I have
not yet forgotten who I am.
Sometimes I run through the forest as morning dawns, with the freshness over my skin ... And one day, when the part that limits me
more, will stop breathing, only the heart of the wolf will keep on beating. Then I’ll howl at the moon forever.
And perhaps another howling will respond. Because “even a man who is pure in heart”... And even though
the fate of my lineage consists in
wandering alone, we wolves keep on being unselfish spirits.
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