Despertó sobresaltado. Se miró las uñas sorprendiéndose de encontrarse vivo luego de feroz combate. Conservaba una noción un tanto vaga acerca de las oscuras motivaciones de la huida. Salto gigantesco hacia un lado, irremediablemente otro lado, norte quizá. Zona vedada a su desgarramiento.
Al regreso del cafetín, todavía con el amargor en los labios, continuaba golpeándole la imprecisa, insatisfecha, ansia de entender. Algo de culpa en el involuntario, casi imperceptible, movimiento en sus manos, garras. Inesperado brillo en el oscuro rincón de su mente aletargada. No. Negado cambio de planes. Corrió. Exhausto llegó frente al espejo maldito, puerta entreabierta hacia su naciente locura. Suavemente pasó la mano sobre la superficie lisa, engañadoramente húmeda: no hubo correspondencia.
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