¡¿Culpable?!... pues… sí, verá:
Su pelo era negro y muy largo, por eso digo que era como la noche; sus ojos muy grandes y oscuros, por eso digo que eran como estanques interiores; su mirada imantaba la de los hombres, por eso digo que era como culebra hipnótica, como frío vaho que me atrajo al abismo…
Su… su voz era como vidriosa, por eso digo que se quebró entre mis manos; su vida como un veneno azogado, por eso digo, Señor de Ley, que se me chorreó entre los dedos cuando la estrangulé junto al río.
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