...fui yo. ¿Quién más hay en esta maldita luna? Fue tan sencillo manipular los tanques de oxigeno. Ya no soportaba más, los silencios, los reproches, la feroz indiferencia, y cuando le pedía un poco de atención, un par de minutos de charla, siempre, siempre, se colocaba la dichosa escafandra, ponía una esclusa entre nosotros y antes de salir me dirigía las únicas palabras del día:
—¿Sabes? Necesito salir a tomar aire...
2 comments:
Muchas gracias :D
Faltaría más. Es todo un placer colaborar en la difusión de la literatura de calidad. Un fraternal abrazo.
Post a Comment