Anduve. Al final me di cuenta que caminé en círculo. Y volví a vivir.
Viví la oscuridad de una sala de operaciones y la luz de un cuarto de hospital y la masa infinita de mi madre y la mirada alegre de algunas personas que empañaban el vidrio que me separaba, y que me hacía especial.
Pronto descubrí las cosas importantes. Viví el sexo, los prostíbulos, las películas eróticas. La corrupción.
Disfruté del momento y no llegué a ser feliz. Me sentí algo pesado por no poder mover mi iniciativa y atrapar mis ideas.
Rodeado de mediocridad viví mi segunda vida igual que la primera. La lluvia me hace imposible ver por mis anteojos y cruzo la calle buscando el fin.
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