Los Obours viven en las orillas de los pueblos pequeños, en casas deshabitadas y polvorientas. Heredan de sus padres el oficio de vampiro y el gusto por la alimentación sanguínea; de sus madres, la carne esponjosa y la habilidad de no provocar sombras. Es un vampiro sociable que busca el ardor de los hombres para alumbrarlos; en semana santa suelen pasar una temporada de cuarenta días en el infierno de donde emergen purificados y listos para confundirse entre los hombres y vivir de manera honesta. Si se les sorprende dormidos, se les puede encerrar en una botella con ayuda de un hechicero.
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