En carrera enloquecida, huyendo, entre las piedras, de los zapatos.
-¡Déjame ver su cara de niño, papá!
-No tiene cara de niño, se llama así nada más.
Voltearon con una rama la masa aplastada, con patas estertóreas todavía. Y un golpe de la luz radiante en plena cara del insecto reveló al verdugo una instantánea desconocida, en que aparecía él mismo cuando niño haciendo un gesto lastimoso y plañidero porque quería seguir jugando en el jardín y le habían dado alcance inapelable.
No comments:
Post a Comment