Enrique Anderson Imbert: Tabú
El ángel de la guarda le susurró a Fabián, por detrás del hombro:
-¡Cuidado, Fabián! Está dispuesto que mueras en cuanto pronuncies la palabra zangolotino.
-¿Zangolotino? – Pregunta Fabián azorado.
Y muere.
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